Artículo de Diario EL MERCURIO del 20010718

Última actualización: 20011206

Artículo de Diario EL MERCURIO (digital) del 20010718

Sección deportes

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La tarea nacional

Juan Aguad Kunkar

Muchos esperan, e incluso exigen, que Chile dispute la final del Sudamericano de baloncesto, que comienza el viernes en Valdivia. O, por lo menos, que obtenga el tercer o el cuarto lugar, que le permitirían clasificar para el Premundial de Neuquén, Argentina, en agosto próximo.

En la sede se palpa la euforia. La afición quedó entusiasmada con la serie triunfal ante Cuba (5-2), la buena campaña en la gira por Centroamérica y el Caribe, los disputados encuentros con fuertes clubes de Argentina y los triunfos sobre Colombia el pasado fin de semana. Los cerca de mil quinientos abonos que se pusieron a la venta se agotaron hace ya 10 días y el Coliseo Municipal de Valdivia copará seguramente sus cinco mil butacas en todos las jornadas.

Y no se trata de ser pesimistas ahora, pero la tarea de Chile en el Sudamericano será difícil. Con pasar a la segunda fase, con actuaciones decorosas ante Brasil y Venezuela, habrá cumplido las expectativas. Disputar el título es casi imposible. Sería un milagro, el que no se produce en este deporte cuando existen diferencias en los planteles.

Argentina y Brasil, candidatos a la corona, son muy superiores, aunque llegan sin varios de sus astros. Ambos están en el más alto nivel internacional. Hace largo rato que se distanciaron, sacando provecho de su mayor población, capacidad económica y desarrollo deportivo. Los albicelestes tienen nueve títulos y los verdeamarillos 17, contra sólo uno de Chile. Colocan jugadores en la NBA, Italia, España y Grecia, y sus choques con otras potencias cesteras son permanentes.

Ganar a Uruguay y Venezuela, los otros postulantes a los cupos en el Premundial, sería igualmente una proeza. Los celestes, campeones por última vez en 1997, han sabido aprovechar su vecindad con los gigantes del Atlántico, lo que no ha hecho Chile con los argentinos. Capalbo y Moltedo juegan en Italia, Arrosa en Estados Unidos y Mazzarino fue elegido entre los mejores de la liga argentina.

Venezuela prefirió adoptar como guía a Estados Unidos. En sus competencias juega una treintena de norteamericanos. Y el ilustrísimo Carl Herrera, su principal estandarte, integró el equipo de Houston Rockets campeón de la NBA en 1993-1994 y 1994-1995. Otros, como Víctor Díaz, vienen a la Dimayor chilena y se transforman en goleadores y valores fundamentales.

El DT de los venezolanos también viene de tierras norteamericanas: James Calvin. Los tomó después de un fuerte torneo que recién terminó. Los llevó durante siete días a una concentración en la Isla Margarita y, después, a jugar en Oregon, Estados Unidos. La ambición venezolana no está en Valdivia, sino clasificar en Neuquén para el Mundial e ir a Indianápolis. Además, desborda optimismo. En opinión de Calvin, es el mejor equipo en la historia de ese país.

Para pasar a la segunda fase, Chile, sin duda, tendrá dificultades. Habrá que derrotar a Bolivia, lo que por tradición, preparación y capacidad no debe constituir problema, pero superar a Paraguay ya no será sencillo. Los albirrojos ganaron a la selección criolla en el último Sudamericano, en tiempo suplementario. Javier Martínez, su mejor jugador, está a la altura de cualquier figura de Argentina o Brasil.

Cualquiera que sea el resultado, lo que todos quisieran es que Chile luche inclaudicablemente hasta el segundo final. Y aunque pierda, compensará el esfuerzo de sus jugadores, que serán dignos representantes de un país que ama a este deporte.

Por Juan Aguad Kunkar

Carl Herrera aterriza en Chile

[FOTO DE CARL HERRERA (B/N)

Me encuentro en un muy buen momento, dice Carl Herrera, en la foto cuando jugaba por San Antonio Spurs.

Javier Piñeiro Dávila

Nos han dicho que hace muchísimo frío, dice Carl Víctor Herrera Allen, el jugador más reputado de los que intervendrán en el Sudamericano de Básquetbol de Valdivia.

A la cabeza de la delegación venezolana, que hoy llega a Chile (tal como Argentina, Uruguay y Paraguay), el alero (14/12/66) bien podría ser recibido con alfombra roja en la lluviosa urbe sureña.

Herrera, ni más ni menos, es el único sudamericano que ha sido campeón en la NBA. Y lo hizo por partida doble: en las temporadas 1993-94 y 1994-95, ambas con Houston Rockets.

A contar de 1991, fueron ocho años en la liga - también actuó en San Antonio Spurs, Vancouver Grizzlies y Denver Nuggets- , 465 partidos de campaña regular, 8.042 minutos y promedios de 5,3 puntos, 3,6 rebotes, 0,6 asistencia y un 47,6 por ciento en tiros de campo.

Hoy en Cocodrilos, a Valdivia concurrirá sin los anillos (porque los tengo guardados, dice), pero con imborrables recuerdos de la competencia norteamericana.

En la época del bicampeonato estaba en mi máximo nivel, aunque mi mayor alegría fue cuando llegamos a la final contra el Dream Team (en 1991, en Portland, Venezuela trepó hasta la final del Preolímpico). Le dimos una alegría a nuestro país y estuvimos frente al mejor equipo de todos los tiempos.

- Hoy es más frecuente ver a extranjeros en la NBA. ¿Sigue habiendo tanta diferencia entre dicha liga y el resto del mundo?

Sí. Y eso es lo que muchos jugadores no entienden. Ahora van latinos a la NBA, pero duran uno o dos años. Eso es por la mentalidad que hay, de decir si soy estrella en mi país, por qué no puedo serlo en la NBA. Estados Unidos es una escuela de baloncesto. No necesitan tantos jugadores foráneos, porque tienen a basquetbolistas que vienen acumulando experiencia desde el colegio. Yo tuve que modificar mi forma de pensar y mi juego. Cuando llegué a la NBA, era tan ofensivo como defensivo. Arribé a Houston Rockets, en donde encontré muchos hombres ofensivos, como Hakeem (Olajuwon), (Vernon) Maxwell, Kenny (Smith), Otis Thorpe. Rudy (Tomjanovich, el entrenador) me sentó y me dijo: Aquí no vas a meter 30 puntos ni vas a jugar 40 minutos, pero sí 19 o 22 minutos y meterás ocho, diez o quince unidades, que son importantísimas para nosotros. Vas a marcar a los más fuertes del otro equipo, que aquí ninguno lo hace mejor que tú.

- Ese Houston tenía a Olajuwon y, después, a Clyde Drexler, pero también a muchos role players...

Ese cuadro destacó por su unidad. Cada quien entendió lo que tenía que hacer, sin importar el ego. Hay mucha gente que cree que, por haber jugado ocho años en la NBA, tengo una capa. Pero hay jugadores de la NBA que cumplen papeles de apoyo.

- ¿Cuál fue la más impresionante de las figuras que enfrentó? ¿Michael Jordan, quizás?

Sí, pero como él era '1' o '2', no tan directamente. Yo marcaba a los '3', los '4' y, a veces, a los '5'. Pero hace tres años volví a Venezuela y me encontré con que a la gente no le gustaba ver a hombres que defendieran. Y eso pasa en casi todos lados, no por nada pagan más pasta (dinero) a los que hacen más puntos (ríe).

A lo que viene

Venezuela fue campeón sudamericano hace una década, aunque en calidad de local (Valencia). Herrera, que debutó en la selección a los 19 años, estuvo en dicho equipo.

Queremos repetir lo que conseguimos en 1991. Y creo que contamos con el equipo para hacerlo, asegura el deportista, con cuyo nombre fue bautizado un coliseo deportivo con capacidad para 7.500 personas en su país.

El también ex jugador de Real Madrid (1990-91) adelanta que Venezuela mostrará un perfil diferente: Vamos a presionar mucho, a correr bastante. Tanto en defensiva como en ofensiva, podemos jugar uno contra uno, pero también en zona. Somos un equipo bastante versátil.

Aunque de Chile no sabe nada, se atreve a dar una pincelada de los favoritos.

Mucha gente puede decir que Argentina no tiene a sus mejores jugadores o que Brasil no pasa por su mejor momento. Pero cuando los han tenido, les hemos ganado. Nosotros también estamos en una fase de reestructuración.

Enraizado en Texas - militó en el colegio Jacksonville, la Universidad de Houston y vive con su esposa española y sus cuatro hijos en San Antonio- , transita por los gimnasios con una receta: Ser sereno en la cancha, trabajar mucho, y, lo más importante, saber el fuerte de uno y utilizarlo.

Valdivia está a la expectativa.

Por Javier Piñeiro Dávila

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