Artículo de Diario la TERCERA del 20050228

Última actualización: 20060507.

Artículo de Diario la TERCERA (digital) del 20050228

Opinión

Esa extraña manera de sentirse agredidos

Rodrigo Labrín

[FOTO DEL PARTIDO UDEC-U. SAN FELIPE (COLOR)]

La rabona es difícil de explicar y aún más complicada hacerla en una cancha. El diccionario del fútbol la define como patear una pelota pasando un pie detrás del otro, una suntuosidad que según los entendidos fue imaginada y después fabricada en la realidad por Claudio Borghi. Los líos en el partido de la Universidad de Concepción y San Felipe nacieron justamente por una rabona que lanzó un jugador penquista, Federico Bongioani. Enseguida vinieron las recriminaciones, los insultos, las patadas y toda la reacción desmedida de los sanfelipeños, que se sintieron agredidos por el lujo. "Nos están cargando", decían los aconcagüinos esa vez, afectados por la sutileza técnica.

No es raro que los futbolistas chilenos reaccionen así. Que se sientan ofendidos por lo que califican una traición al código de camarín no es novedoso: tampoco que enrostren al autor del designio técnico, amenazándolo con las penas del infierno habidas y por haber.

Es parte de nuestra identidad futbolera. Si en Estados Unidos, los basquetbolistas reaccionaran así cada vez que un colega de profesión se cuelga del aro para hacer un punto más espectacular, la NBA estaría llena de "agredidos". Al contrario, lo que hacen allá es fomentar este tipo de prácticas. Primero porque lo vuelve un espectáculo más notable y segundo porque piensan en el público, ávido de buscar jugadas de élite.

Si los futbolistas mantienen esa postura de creer que todo recurso estético es una agresión, estamos perdidos. En ese caso mejor cerremos la cortina y vayámonos todos para la casa.

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